Siempre tuve por costumbre junto con un buen grupo de
amigos, celebrar en Septiembre el final del verano, al principio ocupábamos los
campos de nuestros respectivos padres, tras años de celebraciones, en 1995, con
la irrupción en nuestras vidas del fantástico Benicassim Festival
Internacional, nos cambio radicalmente la manera de entender y organizar las
fiestas, fieles durante años al festival, fuimos cambiando nuestras
localizaciones e innovando en el montaje de las mismas, la primera fuera de
nuestras casas fue en medio de la
Rambla, en las ruinas de la conocida Casa de los Budas, ya en
el termino municipal de Monóver, más tarde en la cantera de la Mola, donde hoy existe una
charca con especies autóctonas, y en 1999, en la Cantera de Bateig, siempre
con el animo del encuentro y el hermanamiento entre amigos del verano, la
diversión y el amor.
En aquella última fiesta, sucedió lo que nunca nos
imaginaríamos, un par de intrusos periodistas de Elda, contaron una versión
exagerada y sensacionalista, de lo que sucedió aquella noche, todo lo contrario
de lo que contaron en los periódicos, aquí os dejo la real versión de los
sucedido aquella fantástica noche de luna llena, y aprovecho para agradecer
especialmente el entusiasmo puesto por los colaboradores que siempre de forma
altruista ayudaron a que aquellas noches se hicieran realidad.
Gracias Gaspar E., Javier S. Alberto Hi y Albero He Tita,
Roser M, Puri T, y todos los amigos de Alcoy, Alicante Novelda, Valencia,
Asturias, que siempre estuvisteis ahí para apoyarnos y disfrutar, siempre os
llevare en mi corazón, gracias por ayudarme a hacer los sueños realidad, os
quiero a todos.
Aquí el texto que nunca nos dejaron publicar, hasta que
llegó el Betania 2006, gracias Jesús N. por darnos la oportunidad de que se
oyera nuestra voz y nuestras ganas de Bailar, Bailar, maditos.
TEXTO: Javier
Santos Asensi
FOTOGRAFIAS: Roser Morante
BAILAR, BAILAR, MALDITOS:
Canteras para celebrar la luna llena
A propósito de una fiesta puesta en entredicho.
He
decidido recuperar un texto y una
experiencia que, por razones que ya no vienen al caso, se silenció en su
momento. El acontecimiento en cuestión
fue una fiesta abierta y popular celebrada en las canteras de Bateig a finales
de septiembre del año 1999. Sobre ella
corrieron muchos bulos y se escribieron no pocas mentiras, en base a las cuales la entonces alcaldesa de Novelda, Doña "Perla" condenó
enérgicamente la celebración de aquella fiesta independiente. También la Guardia Civil hizo
sus pesquisas aunque, afortunadamente, la cosa no fue a más. Pero, como digo,
no se permitió que se oyera la voz la de aquellos que participaron y
disfrutaron de aquella noche de luna llena. Es hora pues de que se sepa qué
realmente pasó.
Mi abuelo era cantero no lejos
del paraje de Bateig en Novelda, que tanto polvo levantó en aquellos días de
septiembre de 1999. Fue uno de los
primeros en establecer en esta población alicantina una sólida tradición de
mármol, un auténtico pionero cuyo filón fue seguido por muchos otros empresarios
y que, de una u otra forma, ha marcado no sólo la economía sino también el
paisaje roto, arañado y cubierto de cicatrices de los campos y colinas
colindantes.
Quizás por ello me atraía
participar en lo que se me antojaba una fiesta entrañable, cerca de mis
orígenes, en el corazón de mármol de esta comarca rica en recursos pero tan
empobrecida en sus manifestaciones y hábitos culturales y de ocio. La idea era reunirse lejos de la angustia
claustrofóbica de los reductos nocturnos de macrodiscotecas, pubs y terrazas-redil para celebrar entre viejos
amigos y nuevas amistades la más luminosa de las lunas llenas del año, la que
cede el paso al otoño y reivindica por última vez el carácter lúdico de los
veranos mediterráneos. Esa y no otra
fue la razón que nos movió a reunirnos y a improvisar con más entusiasmo que
medios una fiesta de imágenes, sonidos, naturaleza y baile, cuyo principal
dividendo era la alegría de unos y otros antes de iniciar el nuevo curso
escolar, el tedio de los horarios de oficina, o las mil y una responsabilidades
en nuestras respectivas ocupaciones.
La luna, animosa y
vigilante, no dudó en asomarse a la antigua cantera donde bailábamos con
entusiasmo, pero también dio luz para que muchos novelderos y sus invitados
descubriesen el hechizo de los barrancos y las colinas de los alrededores
sembrados para la ocasión de una luz singularmente cálida y acogedora. Cada uno escogió su noche y su compañía. La
montaña no fue mezquina y a todos y cada uno de los asistentes supo regalar un
rincón y un momento para compartir alegría, planes y energías.
Todo hubiese quedado en un
recuerdo hermoso y compartido por quienes allí estuvimos, de no mediar el
desafortunado reportaje publicado por el diario Información de Alicante, con fecha 27 de septiembre de 1999 y cuya
autoría se escondió detrás de las iniciales D.F. Aparentemente fue la única persona molesta
con nuestra fiesta de lunas y alegrías, ya que ni siquiera el propietario de la
cantera creyó que hubiera motivo para denunciar los hechos cuando la Guardia Civil le
animó a que lo hiciera. Y es que el
citado D.F, acudió a la fiesta con la triste intención de denunciar tan
insólito encuentro como el que en Bateig se produjo. ¿Sus motivos? Nadie los
supo pero todos los lamentamos, porque allí no pasó nada de lo que sugiere en
su artículo.
Sería indigno ante ello
callar y conceder, mancillando los recuerdos mágicos de aquella noche tan
especial. Las cosas no fueron ni por asomo como las ficcionó D.F., una suerte
de reportero justiciero. Es preciso entonces aclarar que la fiesta fue de
dudosa ilegalidad ya que, si bien es cierto que carecíamos de autorización
administrativa para ella, no menos cierto es que se habló con el propietario de
la cantera, al que se le expuso los motivos y propuestas, sin que éste viera
problema alguno para permitirnos el paso al lugar. La fiesta fue popular, que
no ilegal, y por su carácter abierto no se ejerció ningún control sobre los
asistentes.
La organización del acto
fue una iniciativa de gente de Novelda y su comarca, que, sin ningún tipo de
interés económico, invitó a todo aquél que lo desease a acercarse a la cantera
para compartir la celebración de aquella última luna llena del verano en la que
la expresión artística y la denuncia social armonizaban proyecciones y música
con la reivindicación de los espacios naturales como espacios lúdicos y de
creación. Los preparativos, lejos de ser
minuciosos, se improvisaron a lo largo de la semana anterior. Que nadie busque
un organizador meticuloso, porque no podrá encontrarlo. Todos teníamos ganas de
hallar un lugar de encuentro, y todos pusimos los medios para ello. A la llamada, unos acudieron con cables,
otros con equipo de música, con luces, con diapositivas, un generador
eléctrico, cámaras para los refrescos y bebidas, proyectores, etc. Una
respuesta colectiva ejemplar para estos tiempos de individualismo e
insolidaridad.
Los escasos mapas que se
consiguieron imprimir no eran para desorientar a la policía, como presupuso el
periódico, sino para ubicar a todos
aquellos interesados en llegar al lugar, ya que éste se encuentra en un paraje
poco conocido de la comarca. La
auténtica convocatoria se hizo de “boca en boca” partiendo de las calles de
Novelda, y llegó tan lejos como marcaba el mapa de nuestras amistades.
“Durante la celebración de la fiesta.....era fácil ver a jóvenes de
todas las edades- incluidos menores de edad- bajo los efectos del alcohol y
presumiblemente también de sustancias estupefacientes”.
Sorprende también
encontrar afirmaciones absurdas como la presencia de menores entre los
asistentes. ¿Menores de qué? ¿de 30? ¿de 40?
Seamos justos. Si algo hermoso presencié a lo largo de la noche fue ver
como se establecían lazos singulares entre generaciones que apenas si se
encuentran en las calles de Novelda: algunos mientras bailaban los ritmos
cálidos de los voluntariosos pincha discos, otros discutiendo el valor de las
imágenes proyectadas sobre la roca, o charlando en corros improvisados. Yo mismo hice amigos nuevos entre los más
jóvenes mientras ascendía a una de las colinas próximas para entender mejor la
singular belleza de aquella noche. Ninguno de ellos bajaba de los 22.
Alarmados, y nunca mejor
dicho, por la llamada del periódico, miembros de las Fuerzas de Orden, según
indicaba el artículo, hallaron en el lugar restos que demostraban que en la
zona se habían consumido “importantes cantidades de droga –cocaína o
heroína-“. Lo que el periodista no dijo
es lo que la Guardia
Civil bien debía de saber:
que el paraje de las canteras de Bateig era una de esas zonas donde
buscan refugio “yonquis” sin tierra, parejas sin bendecir y “trapicheros”
fuera de servicio . Quién mejor que el propio dueño de la finca puede saberlo,
él que lo venía sufriendo sin que a nadie pareciera importarle. No fue
justo “cargarle el muerto” al morador de
una sola noche.
No entendió tan
desafortunado reportero que, a sabiendas de que esto era así, y que la cantera
había sido utilizado como redil de ganado en el pasado, el lugar fue saneado, limpiado y desinfectado
el día anterior a la reunión. Se añadieron
retales de moqueta vieja, hecho que tanto sorprendía al articulista, para mejorar así la higiene y seguridad de
los participantes. Tampoco fue justo que
el diario Información declinara informar acerca de la limpieza colectiva
que en la mañana del domingo puso punto
final a la fiesta, quedando todos los restos, basuras y desechos empaquetados y
listos para su recogida. Pero ese regalo
de pulcritud y sentido ecológico que se encontraron los agentes de la Guardia Civil no
pareció ser de utilidad alguna para al sesgo sensacionalista con el que el
periódico Información buscó hacer
noticia donde tan solo hubo una fiesta abierta, multicolor y divertida, no
exenta de cierta inocencia.
Pregúntenle sino a
cualquiera de los que, como yo mismo, estuvimos allí y cooperamos de una u otra
forma para celebrar sin más razones que el entusiasmo aquella fiesta entonces
en entredicho. No fueron pocos. Les dirán algo de lo que aquí se apunta: fue
bonito, diferente, especial. Cada uno le dará una razón distinta desde su
propia perspectiva de adolescente, funcionaria, profesor, ama de casa, jornalero,
parado o estudiante, pero todos y cada uno de ellos expresarán su indignación y
su sorpresa, tal y como yo lo hice en aquellos días, de que alguien, llámese
D.F. o el propio periódico Información, pudiera haber visto al diablo en
el sueño dulce de una noche de verano.
Si mi abuelo levantara la cabeza...