Malí
2.3 El corazón del Occidente
Africano

Durante siglos Malí
fue el punto de partida y llegada de la lucrativa ruta transahariana. A cambio
de sal, tan querida entre los pueblos subsaharianos, se transportaban hacia el
Mediterráneo
cargamentos de oro, marfil o esclavos. En el siglo XIV, Malí era uno de los más
importantes centros comerciales del continente africano, y Tombuctú,
estratégicamente situada entre el extremo meridional del desierto del Sahara y
el más septentrional de los meandros del río Níger, uno de los más destacados
centros de conocimiento y estudios islámicos, durante más de 60años los
franceses dominaron el país, hasta que en 1960 se independizó.


Así pues, la
pobreza no es nueva para los pueblos de Malí. Y aún así, más allá de la dureza
de las estadísticas, es la simpatía y el trato amable de la gente lo que más
fácilmente nos impresiona. No es difícil sorprenderse disfrutando del ritmo
vibrante de las ciudades o del bullicio de los mercados locales porque en Malí
el tiempo está orientado hacia la tradición o la conveniencia que hacia la
innovación o la urgencia de la vida occidental.
Sólo cuando
obviamos los estereotipos de la exótica necesidad y la hambruna endémica, es
posible entender la intensa belleza que subyace a los contrastes: la vasta y
hermosa desolación del desierto en Tombuctú o Gao, frente a la sabana, sembrada
aquí y allá de matorrales, arbustos y baobabs. No lejos de los siempre
populares paseos fluviales de Ségou, Bamako o de la fascinante Djenné, se
extiende la meseta silenciosa del Sahel, en cuyo corazón se abren como
cicatrices los escarpados cañones y barrancos en los que aún habitan,
orgullosos de su esencia única, los pueblos Dogones.
Texto: Javier Santos Asensi
Texto: Javier Santos Asensi

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