Más allá de los estereotipos de la exótica necesidad y la hambruna endémica, el continente africano acoge una gran variedad de culturas, caracterizadas cada una de ellas por un idioma propio, unas tradiciones y unas formas artísticas características. Aunque la gran extensión del desierto del sahara actúa como barrera divisoria natural entre el norte de África y el resto del continente, hay considerables evidencias que confirman toda una serie de influencias entre ambas zonas a través de las rutas comerciales que atravesaron África desde tiempos remotos.
En numerosas tribus indígenas de África, el arraigo de la tradición
artística autóctona ha permitido el mantenimiento de diversas
manifestaciones estéticas hasta épocas relativamente recientes, de
tradición oral, las historias, los cuentos, la palabra se pasa de mayores a
pequeños, de padres a hijos, la danza y la música inmersa en la cultura desde
la mas tierna infancia, esta desarrollada por los clanes familiares de Griots.
La primera historia de África se escribe en barro cocido. Es en la tierra donde son modelados las figuras mas antiguas encontradas en 1947, en las proximidades del poblado de Nok en el centro de Nigeria, datando aproximadamente de 500 años A.C. y 500 años D.C., las primeras figuras de barro se debe a la pobreza de las materias, ya que otros materiales como el metal se transformarían y refundirían mas tarde, y la madera seria atacada por las termitas, siendo con su valor mínimo el barro las primeras manifestaciones artísticas encontradas. La gran mayoría de las manifestaciones del arte africano tiene como materia básica la madera. En las tribus más desarrolladas se utilizaron, ocasionalmente, materiales como el hierro (en objetos de uso cotidiano, como cuchillos, azadas y hachas) o el bronce. El oro fue empleado por las culturas más evolucionadas, como las de Costa de Marfil, para joyas, pequeñas máscaras o colgantes.
El arte africano a llegado a convertirse entre unas de las artes de mas interés por las personas del mundo y entre las mas antiguas del mundo. Antes de que se iniciara el proceso de colonización del continente, la mayor parte de los pueblos africanos eran animistas, es decir, atribuían un alma o principio vital a todos los seres y fenómenos de la naturaleza. Sólo las civilizaciones más desarrolladas llegaron a crear un panteón de divinidades establecidas. Los africanos creían en un dios todopoderoso que no se comunicaba con los imperfectos seres humanos. Esa divinidad otorgaba a todas las criaturas un espíritu, que podía ejercer una influencia positiva o negativa; los más poderosos eran los antepasados: cuando un hombre moría, su espíritu se separaba de su cuerpo y vagaba por el lugar donde vivió. Los africanos creían que estos espíritus moraban en las figuras talladas que representan a los difuntos y que eran custodiadas por sus parientes.
En general, los valores fundamentales que presiden este sistema de
creencias son la unidad y la armonía dentro de la familia y con el clan,
con los antepasados y los espíritus. La religión es un acto
comunitario, no individual. Los nativos que se convirtieron al
cristianismo o al islamismo se esforzaron por mantener estos principios.
En este contexto se diferenciaron dos manifestaciones artísticas
básicas: fetiches y máscaras: Los fetiches son objetos a los que se
atribuye un poder sobrenatural para ejercer influencias maléficas o
beneficiosas. Cabe distinguir entre figuras-relicario, con cavidades
para guardar objetos, fetiches de clavos, que ejercen influencias
malignas, fetiches que transmiten los mensajes de los espíritus y tallas
conmemorativas de personajes relevantes. Por su parte, las máscaras se
emplean para captar la energía sobrenatural de los espíritus, en ritos
funerarios y mágicos o en ceremonias destinadas a propiciar la
fecundidad de la tierra. La realización de una máscara o de un fetiche
se acompaña de un ritual específico, como el sacrificio previo de un
animal.
Las mascaras y figuras, de un gran valor tanto estético como antropológico Influyeron a principio del siglo XX a artistas del Fauvismo y el Cubismo, como Matisse, Vlaminck, Picasso o Juan Gris, que supieron ver la belleza de las esculturas de arte negro sin un conocimiento previo de etnología.
Las mascaras y figuras, de un gran valor tanto estético como antropológico Influyeron a principio del siglo XX a artistas del Fauvismo y el Cubismo, como Matisse, Vlaminck, Picasso o Juan Gris, que supieron ver la belleza de las esculturas de arte negro sin un conocimiento previo de etnología.
Ya en nuestros días, uno de los más originales
y cotizados pintores, el mallorquín Miquel Barceló, enamorado de ese “Gernica
de cada día” como él ha definido a África, ha viajado por Malí, Burkina y Costa
de Marfil, produciendo en sus talleres de Ségou y Gao, en Malí docenas de
bocetos y alguno de sus más asombrosos cuadros, captando como pocos lo han hecho
la luz el color, la textura humana de este rincón hermoso del continente
africano.
¿Cuántos de los amantes de la música con
raíces saben que Dakar se ha convertido, de la mano de Youssou N´dour, en la
mayor factoría musical africana? Y no
hablamos de pintorescos bailes tribales, sino de nuevo canto de sirenas a ritmo
de mbalax, djeémbe, salsa o hip hop. Una colección de ritmos dispuestos para el
Metissacana (en bambara, “el mestizaje que viene”) ¿Quién podría suponer que
hoy mismo, atrapados en este entusiasmo colectivo, los jóvenes de Dakar o de
Uagadugu se parecen a los españoles mucho más que los colegas del norte,
bailando y socializando hasta bien entrada la madrugada? Los clubs y discotecas
que ofrecen música en vivo se multiplican en la geografía nocturna de las
capitales de Senegal, Malí o Burkina, y junto a N´Dour, los también senegaleses
Baaba Maal e Ismael Lô, nacido en Burkina Faso o Alpha Blondie, de Costa de
Marfil, se han erigido ya en las nuevas voces de África. Pero no son más que la
punta de un iceberg que arrastra a decenas de intérpretes y grupos dispuestos a
iluminar espiritual y lúdicamente el continente africano. l´art d´Afrique.
Cotê D´Ivoire
Senegal
Burkina Faso
Este relato pertenece a un cuento de la autora Véronique TADJO que encontré en una librería de Abidjan.
Grand-meré Nanan
Garnd-mère
Nanan
aime les
enfants,
tous les
enfants.
Elle aime
rire avec
eux.
Elle aime
s´occuper
duex.
Elle aime
leur
compagnie.
La maison
de Grand-mère Nanan
est ouverte
à tous les enfants.
Ils jouent
dedans, ils jouent dehors.
Dès le
premier chant du coq,
ils
l´attendente devant la porte.
Grand-mère
Nanan
a une
poupée.
Cependant,
ce nest pas
un poupée
comme les
autres.
Grand-mère Nanan dit:
“Les enfants, écoutez, c´est la pluie
qui chante sur le toit de la maison.”
Mais l´un d´entre eux répond:
“Non, c´est le soleil qui pleure.”
La poupée de Grand-mère Nana
ne la quitte jamais.
La poupée mange
et boit à chaque repas.
La poupée dort dans son lit blanc.
Grand-mère Nanan dit:
“deux petites fillles que sourient,
cést joli!”
La poupée de Grand-mère Nanan
a beaucoup de valeur.
C´est se poupée porte-bonheur.
C´est sa poupée près du coeur.
Grand-mère
Nanan dit:
“Les
enfants, ne jouez jamais
sur la grande route,
les camions et les autos
comme de
gros animaux
vous
mangeraient.”
Grand-mère
nanan
racontre
des très belles legends
et pose de
nombreuses devinettes:
“Qui vole
comme
un oiseau
dans les airs
et rugit
comme une panthère?”
Grand-mère
Nanan
sait
beaucoup de choses
très importantes.
Elle connaît
toute l´histoire de la famille
et elle
peut choisir
des plantes
qui guérissent
quand on
est malade.
Mais
Grand-mère Nanan
est très
vielle.
Alors
parfois,
à la tombée de la nuit,
elle met sa
poupée
sur ses
genoux
et reste
longtemps
assise sur
sa chaise.
Elle
regarde
le soleil
se coucher
tout
doucement.
Text: Véronique TADJO
Nouvelles
Editions Ivoriennes
Abidjan Cotê D´ivoire 1996
De la misma autora y misma colección podéis
encontrar los siguientes títulos:
-Le Seigneur de la danse
-Mamy Wata et le monstre
-Le grain de maïs magique
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