5.5 Madagascar - Lemures y demás fauna
La fauna malgache es de origen esencialmente africano. Sin embargo, los molucos, los batracios y los quirópteros o murciélagos muestran un parentesco netamente asiático, en tanto que las aves comparten procedencia histórica. Casi en boque está constituida por especies endémicas, originales en la propia isla a partir de los ancestros heredados del continente común. Casi cualquiera de los animales malgaches, de hecho, es una alhaja faunistica más o menos valiosa, empezando por el fantástico y ya extinguido aepyornis, un ave parecida a la avestruz, pero de proporciones gigantescas (3m de altura y media tonelada de peso), cuyos huevos semifosilizados –realtivamente abundantes en determinados yacimientos- cubican unos 7-8 litros nada menos.
Pero aun siendo verdad que el 95% de las 250
especies de reptiles malgaches son endémicas, aun siendo exacto que la fauna
ivertebrada presenta millares de especies exclusivas y notables, no cabe duda
de que las estrellas zoológicas de Madagascar son los lemures, el grupo de los
prosimios para ser más exactos. No hay en la isla ni marsupiales, ni simios, ni
ninguna especie del grupo de los elefantes, o de las cebras o de las liebres;
hay apenas algunos carnivoros –todos endémicos, por cierto- y los famosos
tenrecs, que pertencen al de los insectívoros, como los erizos; pero, sobre
todo, lo que sobresale son los prosimios, la joya zoológica de Madagascar.
Los lemures son primates, como los monos o como el hombre. De hecho hay dos grandes grupos de primates: el de los antropoides, que incluye a los homínidos (familia a la que pertenecen las diversas especies humanas que han existido, incluida la actual), y el de los prosimios, que es donde encontramos a los lemures y especies afines. Los prosimios son primates primitivos, omnívoros o frugívoros. Morfológicamente, recuerdan a los monos con cola, pero su cara es “menos humana”, más perruna, con un hocico relativamente prominente y con un labio superior partido por la mitad, leporio por así decirlo. Los hábitos nocturnos o crepusculares de buena parte de los prosimios explican el notorio desarrollo de su sentido de la visión, a cuyo servicio están dos ojos redondos y grandes, enormes en algunos grupos, que contribuyen a darles un aspecto simpático, a veces incluso algo cómico. Irreductiblemente arborícolas, muestran una proverbial habilidad para trepar y saltar de rama en rama, destreza a la que sin duda contribuyen decisivamente sus manos y pies de pulgar oponible, capaces de asirse donde sea.
Si bien es cierto que se han hallado prosimios fósiles en América del Norte e incluso en Europa, los prosimios actuales, salvo algunas contadas excepciones africanas, viven sólo en Madagascar (o Comores) y en las tierras del sudeste asiático (Borneo, Sumatra, Filipinas): una vez más la vocación asiática malgache se pone de manifiesto.
En concreto, hay 28 especies distintas de
prosimios en Madagascar. En las selvas y bosques húmedos orientales viven 21 de
ellas –es decir, la mayoría-, de las que 13 no se hallan en ninguna otra parte
de la isla. La más célebre, sin duda alguna, es el nocturno y enigmático ei-ei
o aye aye (Daubentonia madagascariensis), extraordinario animal de pelaje
negruzco, dotado de unos dedos larguísimos, especialmente el tercero de cada
mano, con el que hurga en agujeros y recovecos de los troncos y de los frutos
en busca de larvas o pulpas alimenticias. Le va a la zaga el indri (Indri
indri), de hábitos diurnos y pelaje blanco y negro, que con sus proporciones de
chimpancé y sin apenas colo es el mayor de todos los prosimios.
En los bosques secos y matorrales espinosos del
oeste viven quince especies de prosimios, siete de ellas propias solamente de
semejantes hábitats. La más conocida es el maki (Lemur cutta), un lemúrido
típico, de color gris, provisto de una larga y elegante cola anilladamente
listada de blanco y negro, sociable hasta el punto de convertirse casi en
animal de compañía, el sifaka (Propithecus verreauxi), blanco, con la cara, las
orejas , el pecho y los muslos negros, es un acróbata experto. Capaz de pegar saltos de cinco o seis metros de una
a otra planta erizada de espinas, con tal asombrosa precisión que acaba
agarrándose al único centímetro de rama no vulnerable.
Y la lista sigue. Concretamente con ocho
especies ubiquistas, es decir que se encuentran en cualquiera de las áreas
forestales de la isla, sean húmedas o secas. Las más conspicuas son los microcebos y los queirogalos
(Microcebus, Cheirogaleus), pequeños prosimios nocturnos de la medida de un
ratón o poco más, y mirada enternecedora. Dar con ellos no es nada fácil, desde
luego.
Texto: Ramon Folch, Altaïr Nº4, Primavera 1992, Oasis S.L.
Texto: Ramon Folch, Altaïr Nº4, Primavera 1992, Oasis S.L.
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